Cómo deben ser los refugios de alta montaña

En los refugios de alta montaña se duerme, sobre todo, por dos razones: primero por propia iniciativa, es decir, pasar la noche allí para seguir subiendo al día siguiente y conseguir hacer cumbre; pero también puede suceder que precisemos de él porque, por alguna razón, necesitamos resguardarnos. Quizá se nos haya hecho de noche para iniciar el descenso o puede que tengamos algún tipo de lesión. Por ello, estos lugares deben tener unas características y prestaciones mínimas.
Tipos de refugios de alta montaña
Hay varias clases de refugios de alta montaña:
Vivac: es el que menos comodidades tiene. Suelen encontrarse en lugares muy alejados y están siempre abiertos. Este tipo de pequeñas instalaciones se usan habitualmente en el segundo de los casos comentados en el primer párrafo, es decir, cuando necesitamos pernoctar en un refugio de alta montaña por una razón acaecida en el transcurso de la ruta. No porque nosotros lo tuviéramos planeado.
Guardado: en este hay una persona que controla la entrada y salida. Hay mantas, bebida, comida… Al contrario del anterior, el refugio guardado suele ser un parón programado. Uno de los finales de etapa. Lo más probable es que, además, encontremos en él todo tipo de información acerca de la montaña, la nieve, las rutas, etc.
Albergue: estos se encuentran en zonas de fácil acceso, en las faldas de la montaña o las estaciones de esquí. Tienen todas las comodidades de los refugios de alta montaña guardados.
Lo peor que nos puede suceder en la montaña es que necesitemos un lugar para pasar la noche y que no haya ningún refugio. En ese momento podemos plantearnos la opción de construirlo nosotros mismos con los pocos medios que tendremos a nuestro alcance. Será una solución de mínimos que, quién sabe, a lo mejor puede hacernos salvar la vida.
Si estamos decididos debemos seguir una serie de pautas. Por supuesto, emplazarlo en un lugar seco y al abrigo del viento, lejos de las orillas de los ríos y nunca debajo de los árboles. Una lámina de plástico, un árbol caído, ramas o troncos pueden ayudarnos a erigir un improvisado lugar en el que tratar de pasar la noche de la mejor manera posible. No somos El último superviviente, ni siquiera Jesús Calleja, pero cuando hay necesidad el ser humano es capaz de cualquier cosa. En muchos casos es la vida la que está en juego.